Recuerdas con cuántos jóvenes interactuaste en esta última semana? Repasa en tu mente los nombres de esos muchachos, tal vez en la plática todo parecía normal en ellos, pero quiero decirle que no, no todo está bien, la mitad de los jóvenes con los que conversaste se sienten solos; en su mayoría esa soledad está asociada a la falta de compañía, tristeza o depresión.
Algunos estudios reflejan que del 44% hasta el 80% de los jóvenes de entre 18 y 25 años se sienten solos1; así que, si tienes dos hijos jóvenes en casa, es muy probable que al menos uno de ellos esté experimentando soledad. Además, hay un aumento de la soledad a medida que incrementa el nivel de estudios académicos.
También se dice que tres de cada cinco jóvenes cristianos se desconectan de su fe después de que salen de la secundaria, en este fenómeno de migración se encuentran aquellos que sencillamente dejan de asistir a los cultos, pero siguen creyendo en Dios; otros que en definitiva se declaran no creyentes o bien comulgan con ideas agnósticas, es decir, creen en una fuerza superior creadora del universo, pero no necesariamente en Dios2.
Ante este escenario, la pastoral para jóvenes se ha vuelto un tema de especial trascendencia en nuestras congregaciones, y la pregunta que suena una y otra vez en nuestra mente y que escuchamos entre pastores y líderes es: ¿por qué se van?, ¿por qué interrumpen su fe? ¿por qué no asumen un compromiso real y congruente con la práctica de su fe? Estas preguntas no solo se dan al interior de nuestra iglesia, la preocupación trasciende a casi todas las denominaciones que sufren el mismo problema.
David Kinnaman2, menciona al menos seis factores que motivan a los muchachos a interrumpir su fe y las consecuencias de ello, revisa si alguna de estas causas ocurre en tu congregación:
1) La iglesia se muestra sobreprotectora. Se prefiere centrar la fe en religiosidad más que en una fe práctica. El rechazo de la iglesia a lo nuevo y de involucrarse en la cultura actual se contrapone a la naturaleza creativa de los jóvenes y sus anhelos de compromiso social, lo cual provoca que la juventud no encuentre un espacio para desarrollar su creatividad e iniciar proyectos innovadores donde se practique su fe.
2) Los jóvenes perciben a la iglesia como superficial. La falta del cumplimiento de la Misión provoca que los muchachos no puedan conectar su fe con acciones concretas y de impacto social. Ellos tienen la necesidad de transcender, de dejar huella en este mundo; pero lo que encuentran en sus congregaciones son mensajes aburridos y con imprecisiones que no se concretan en acciones sólidas en favor de los sectores más vulnerables, ellos quieren ayudar a la sociedad a mejorar. Se tiene que asumir el compromiso de mostrar a los demás la importancia y la fuerza de seguir a Cristo. Es por ello, que a los jóvenes se les dificulta mucho conectar su fe con lo que les apasiona, con sus habilidades, cualidades y dones.
3) La iglesia se muestra como anticientífica. El rechazo de la iglesia hacía la ciencia y la incredulidad de los conocimientos científicos colisiona con el aprecio que los jóvenes sienten por los descubrimientos y avances de la ciencia; por lo que esta situación se suma a los factores que motivan al abandono o interrupción de la fe en la edad de la juventud.
4) En ocasiones, la iglesia reprime. Los jóvenes señalan que algunas reglas religiosas sofocan su individualidad, y prefieren interrumpir su fe en lugar de asumir los retos y desafíos que la fe les propone. En las escuelas sus profesores y directivos les inculcan la libertad de decidir por ellos mismos, por ejemplo, sobre sus propios cuerpos sin tomar en cuenta a los demás, y estas enseñanzas chocan con los valores que se estudian en el templo.
5) La iglesia mantiene posturas de exclusión a determinados grupos. La juventud tiene una cultura que aprecia la apertura mental, la tolerancia y la aceptación; por lo que el rechazo por parte de la iglesia a ciertos grupos abre una brecha más grande entre los valores que prevalecen en los jóvenes y la congregación; la consecuencia es que prefieren mantenerse al margen de la fe y no involucrarse demasiado o asumir compromisos mayores con la Iglesia.
6) La iglesia no abre espacios para exponer dudas. Los jóvenes tienen la gran necesidad de que sus dudas sean resueltas, pero no encuentran lugar para exponerlas y sobre todo para encontrar respuestas a sus interrogantes más básicas que les permita abrazar su fe y ponerla en práctica2.
Tal vez solo uno o dos de estos factores ocurre en su Iglesia, o quizá se identificó con todos o con ninguno, lo cierto es que debemos estar alertas a los riesgos que asechan a generaciones enteras de jóvenes que, sin pensarlo mucho, toman la decisión de interrumpir su camino de fe. Tomar medidas anticipadas, suplicar a Dios por su guía y accionar ante los peligros que envuelven a la juventud asegurará la atención pronta, oportuna y contextualizada de nuestros muchachos, velemos porque permanezcan en la fe, que sirvan y ejerzan sus dones con ánimo y gratitud en su corazón.
Contexto juvenil, la cultura los envuelve en una era digital
Esta época en particular se caracteriza por cambios muy acelerados, por un dinamismo cultural que va muy rápido, hay una mezcla de avances tecnológicos e interconexiones digitales que unen países y culturas, pero separan físicamente personas que viven en una misma casa. Se dice que lo que ahora se estudia en una carrera universitaria será obsoleto mucho antes de que quienes lo estudiaron se gradúen; ejercerán su profesión con conocimientos totalmente en desuso y viejos.
En medio de estos acelerados cambios está la era digital, estoy segura que usted ha sido testigo de cómo sus hijos, hijas o jóvenes con los que interactúa a diario, se desconectan del mundo real y se conectan muy fácilmente al mundo virtual, sonríen más cuando están frente a un teléfono celular que cuando están frente a una persona en el comedor o en la sala de su casa. La persistente conexión a través de lo digital es proporcional a su limitada capacidad de establecer contacto visual en una conversación o iniciar una plática con alguien desconocido.
Se dice que es por esta razón que, cuando la Iglesia invita a evangelizar casa por casa o en las afueras de un hospital, muy pocos son los jóvenes que tienen el valor de iniciar estas pláticas con quienes se pretende llevar el Evangelio.
No debemos cerrarnos a la renovación, Jesús fue el primer gran transformador de la iglesia, con su vida y ministerio demostró que las prácticas antiguas debían quedar fuera, rompió con viejos conceptos y estructuras que excluían a los enfermos y los etiquetaban como pecadores e indignos de la gracia de Dios, Jesús tuvo la valentía de reprochar a los fariseos y escribas que estaban mal en su proceder, que estaban equivocados, que no estaba bien dejar de hacer tantas cosas en sábado con tal de guardar una ley que iba en contra del amor y la misericordia que Dios pedía para con el prójimo.
Jesús también intercedió por las mujeres, les hizo saber a quienes le criticaban que la mujer tiene el mismo valor que el varón, que tienen derechos y que podían participar también en su ministerio, en el servicio, en la adoración e incluso en la enseñanza.
Los evangelios están repletos de enseñanzas transformadoras y experiencias renovadoras, tal vez las propuestas de Jesús de romper con costumbres y sistemas sociales ocurrieron tan rápido como lo que estamos viviendo en esta era en todos los ámbitos, en el cultural, del conocimiento, en el tecnológico, y en muchos más.
Ante estos escenarios no podemos permanecer estáticos, hay que llevar a cabo cambios que alcancen cada vez a más jóvenes. Se requiere que se atiendan de forma práctica y oportuna sus necesidades de una manera integral y completa, que incluyan aspectos como el físico, el social, el emocional y el espiritual. Es en esta etapa que se toman las tres decisiones más importantes en la vida del ser humano: A qué se van a dedicar o qué carrera van a estudiar, con quién se van a casar y sí se van a casar, y toman la decisión de reafirmar su fe, interrumpirla o abandonarla definitivamente.
Acompañamiento pastoral para jóvenes
Necesitan ser acompañados pastoralmente, pero la pregunta aquí es ¿cómo? ¿Cómo estructurar una pastoral para jóvenes? La respuesta no es tan sencilla, pero lo importante es comprenderlos, valorar cómo se sienten, y estructurar líneas de acción pastoral que comprendan los siguientes aspectos: físico, intelectual, emocional, social y espiritual3.
En el aspecto físico es importante dimensionar el valor que tiene el cuerpo, pues lo que sucede en él tiene que ver con los estados de ánimo de los muchachos, con sus valoraciones de identidad y de confianza en sí mismos. No desestimes lo que ocurre en este ámbito, es muy importante para ellos ser valorados.
En el ámbito intelectual “los jóvenes intelectualmente sanos desearán actuar por convicciones personales” 4; es decir, tener sus propias opiniones y que sean respetadas será fundamental en este aspecto. Propicia debates y foros donde la voz del joven sea escuchada y valorada.
Respecto a lo emocional, en la etapa de la adolescencia y juventud hay una variación muy marcada en los estados de ánimo; la aceptación, la regulación y la estabilidad deben ser los objetivos primordiales para lograr el desarrollo emocional. Permanece atento a las señales que dan los jóvenes respecto a sus cambiantes estados de ánimo y propicia una regulación a través de escucharlos y atenderlos de manera adecuada. Cuando un joven desee hablar centre toda su atención en él.
En lo que se refiere a los social se deben facilitar y promover las relaciones positivas, como las reuniones de comunión, amistad y hermandad entre jóvenes.
En el área espiritual, “la identidad, libertad, y verdad son tres palabras claves para las nuevas generaciones” 4. Jesús dijo: Ustedes son verdaderamente mis discípulos si se mantienen fieles a mis enseñanzas; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres5; y con esto estaba ligando estas búsquedas propias de los jóvenes de camino hacia la madurez. Es importante realizar actividades que propicien en la juventud respuestas a sus interrogantes que tienen que ver con la espiritualidad y de esta forma reafirmen su fe.
Para estructurar un plan de acompañamiento Pastoral a jóvenes, debe haber un objetivo claro, no solo ideas que emergen desde los gustos e inclinaciones personales. Cuando uno escala una montaña sino tiene un plan claro se pone en riesgo la propia vida. La clave, entonces, está en el plan.
En cierta ocasión un grupo de líderes de jóvenes se reunió para estructurar un plan de cómo acompañar a la juventud, y al preguntárseles qué se podía hacer sí se tuvieran todos los recursos disponibles, las respuestas fueron muy variadas, uno dijo que formar un ministerio de música, entrenar a los muchachos a tocar algún instrumento y motivar la adoración a través de la música sería lo idóneo; otro líder, que se identificaba mucho con el evangelismo dijo que se podía formar un ministerio de evangelización que tuviera un gran impacto; mientras que otro, quien se identificaba con la enseñanza y la doctrina, dijo que lo mejor sería motivar a los jóvenes a aprender más de la Biblia y formar un ministerio para este fin. Pero cuando se les preguntó el porqué de estas ideas, no tenían muy claro el por qué, y se dieron cuenta de que la propuesta había sido impulsada por sus propios intereses, habilidades y conocimientos4. Aquí lo importante es tener claridad respecto a las necesidades que se pretenden atender, hacer un diagnóstico, fijas objetivos y metas claras, formular estrategias y recursos para lograrlo, asignar responsables para coordinar y finalmente calendarizar.
Dios nos ayude a integrar una Iglesia llena de vida, que se distinga por el respeto, amor y protección, que todos los sectores sean atendidos de manera equilibrada y equitativa, que revisemos sí es tiempo de desechar paradigmas viejos e inservibles y respondamos a las necesidades de la juventud de una manera ordenada y planificada, guiados siempre por el poder de Dios a través de su Espíritu Santo. Que cada uno de nosotros seamos de bendición para orientar, guiar y discipular a nuestros hijos e hijas, sobrinos, hermanos que están en una de las etapas más bellas, pero también más difíciles en la vida del ser humano: la juventud.
Referencias y bibliografía:
1 K. Powell, «Barna,» Organización del Grupo Barna, 2023. [En línea]. Available: https://www.barna.com/powell-purpose-pivot/. [Último acceso: 23 Febrero 2023].
2 D. Kinnaman, Me perdieron: Por qué hay jóvenes cristianos dejando la iglesia y repensando su fe, Vida, 2013.
3 M. Gallego, «La dimensión educativa de la Pastoral Juvenil, The educational dimension of pastoral youth service,» Alteridad, vol. 8, nº 1, pp. 10-22, 2013.
4 L. Leys, Liderazgo generacional. Discipulado Integral, nuevas generaciones, Dallas, Texas: e625, 2017.
5 La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, Juan 8:31-32, Tyndale House Foundation, 2010.