Aprender a escuchar la voz de Jesús

¿Evangelizar nuestras imágenes de Jesús? ¿A qué nos referimos al decir esto? Jesús, probablemente sea el hombre del cuál se hayan dicho, escrito y postulado más cosas a lo largo de la historia. Así que podríamos decir que existen tantos “Jesús” como interpretaciones de Él. El asunto es que muchas de estas interpretaciones no corresponden con el que nos muestran los evangelios.

En el imaginario colectivo, hablar de religión es hablar de Dios o de Jesús y ciertamente, esta idea no es del todo correcta. La religión se ha encargado de presentarnos una imagen de Dios, pero no todo lo que es religioso es espiritual, y, por ende, no todo lo que dice reflejar a Dios, lo refleja. Algo similar pasa con ciertas ideas e imágenes que tenemos sobre Jesús. Mientras el Maestro se acerca a los olvidados de la religión para llevarles amor y paz; el creyente, a veces de forma inconsciente, crea muros que separan a los más necesitados de libertad del Salvador del mundo.

La historia no miente y al adentrarnos en ella podemos decir sin temor a equivocarnos que los cristianos nos vemos constantemente inmersos en una crisis de identidad de fe. La realidad es que existen diversos factores que provocan estas crisis. Desde el aferrarse a conceptos superados por el amor de Jesús hasta no querer madurar en el abordaje crítico de la propia Escritura. Sin embargo, esto no es exclusivo de nuestra época. También en los tiempos posteriores a la ascensión de Cristo se produjo gran incertidumbre por la llegada de esta nueva forma de concebir al plano espiritual y la relación Dios-humanidad. Esto lo podemos percibir en el evangelio según Mateo. 

La comunidad mateana es una que, debido a su ubicación geográfica, se veía constantemente amenazada por conceptos judíos que querían adentrarse en la dinámica de su naciente comunidad cristiana. Además, el mensaje de su autor va dirigido a cristianos de segunda generación, mismos que no conocieron al Hijo del Hombre, pero que crecieron escuchando los dichos que se pronunciaban entre las calles acerca de Él. Muchos de estos relatos se habían replicado para mostrar a un Jesús elevado y distante a su realidad humana. Uno que mostraba al Hijo de Dios siendo elevado hasta lo sumo, pero que también dejaba de lado, casi en su totalidad, su parte terrenal. Por lo cual, los evangelistas buscaron recordar por medio de sus testimonios escritos que Jesús, antes de ser crucificado, morir, resucitar y haber sido exaltado, también había sido una persona más entre el pueblo judío. 

Mateo, nos permite darnos cuenta de postulados pronunciados por Jesús que resaltan lo que para Él significaba ser un verdadero Hijo de Dios. De forma significativa, podemos observar que, para Él, esto no está relacionado con la liturgia de un templo o con leyes escritas por hombres, sino con la relación entre iguales, especialmente con aquellos que de una u otra manera no eran beneficiados por el resto de la sociedad, sino todo lo contrario, eran excluidos y enjuiciados por ella. 

El Evangelio según Mateo pone delante de nosotros a un Jesús que enseña a amar, aun cuando la tradición dictaba lo contrario, pero que, al hacerlo, no requiere citar tradiciones, preceptos o demás personajes de la historia de su pueblo. No es necesario hacerlo, ya que lo que hace es apelar directamente a la voluntad del Padre, misma que se refleja por medio de sus actos y frutos. Es decir, las obras que Jesús realiza son respaldadas directamente por el creador de todas las cosas. 

A su vez, también por medio de Jesús, Dios se encarna e invalida el reclamo de Job (Job 10:4-5) de ser un Dios que no tiene corazón de hombre, es decir, de no comprender la realidad humana y su constante sufrimiento. 

El Jesús que presenta Mateo, no es uno que pregona ser el Hijo de Dios, de hecho, cuando se le cuestiona al respecto responde: tú lo has dicho (Mateo 26:62-64). Jesús se despoja de su divinidad y hasta cierto punto, se niega a abrazarla, por amor de nosotros. Por ello al presentarse entre los que le escuchaban se refiere a sí mismo como “El Hijo del Hombre”, para dejar clara su intención de ser uno más como nosotros. Este es el misterio que provoca locura, según el apóstol Pablo. ¿Cómo es que el Verbo, teniéndolo todo, pasó a preferir vivir una vida similar a la mía para mostrarme el camino correcto de mi existencia y ser un perfecto ciudadano del Reino en mi realidad? Y no solo decide encarnarse, sino que lo hace y lleva sus ideales hasta sus últimas consecuencias por amor de todo hombre y mujer. 

A lo largo de tres años y medio, Jesús decide llevar a cabo un ministerio en pro de las personas y es ahí que podemos ver el rostro de Dios a plenitud y en acción. Rompe con la tradición heredada por su pueblo y, además, se escucha una voz del cielo que dice: este es mi hijo amado en quien me complazco, a Él escuchen (Mateo 17:5). La voz de Dios que confirma que solo la voz de Jesús debe ser oída, pues es la única que genera vida; nada más es capaz de hacerlo. 

En cuanto al creyente, nos deja claro que todo lo que pasa bajo su lente y que no refleja los valores del Reino, es puesto sobre la balanza, para que de ser encontrado como contrario al Evangelio según Jesucristo, podamos superarlo por medio de su amor. Por lo cual, es importante saber que aquel que medita en las palabras de Jesús, es capaz de vencer tradiciones y conformismos que no abonan en nada a su vida espiritual ni a su relación personal con Dios. 

Quien decide abrazar el mensaje del galileo, es porque ha comprendido que ser discípulo del que Vive, no solo es estar convencido de su divinidad, sino, mejor dicho, ser su seguidor es abrazar al que Pablo denomina como “varón perfecto” y que Marcos describe como “el Evangelio”. Es comprender lo que significa que el Maestro es “el camino, la verdad y la vida”, así como el sometimiento de todo a la autoridad de Jesús en el mundo de la fe. 

Es sentirse pleno al entender que no puedo llegar a ser nunca como el Cristo glorificado, pero claro que puedo ser como el crucificado, por el sublime hecho de que Él fue como yo.

Ya es momento de que nos movamos a deconstruir nuestra fe desde la figura de Jesús. Comprender a lo que se refiere cuando dice que dejemos nuestras cargas sobre Él que lo sacia todo y ver cómo a contraluz el transforma la oscuridad en que se encontraba la fe para decirnos que su voluntad es distinta. Que la forma anterior de concebir nuestra relación con el Padre y con el prójimo, ya ha sido superada por el amor que ha venido a dejarnos como herencia. Y, que no por el hecho de pensar distinto o actuar diferente a los demás, debo de enemistarme del resto del mundo. Si así lo hiciera, ¿cómo ganaría almas para Jesús? 

Solo por medio de Cristo es posible comprender nuestro propósito en la vida como Hijos de Dios, por lo cual, pidámosle al Padre que renueve nuestras fuerzas para estar más cerca de alcanzar la plenitud que tanto anhelamos obtener en Jesús. Hay un mundo que necesita conocerle. Seamos nosotros quienes presenten al único Dios verdadero por medio de nuestro Señor Jesucristo, la única imagen perfecta por la que podremos alcanzar a quienes habrán de ser salvos.

Phone
WhatsApp
Messenger
Messenger
WhatsApp
Phone